31 enero 2005

mis mañanas contentas

SOOL
Silencio.
Abro los ojos. Los cierro. Abro. Cierro. Abro, esta vez me detengo a mirar la ventana por unos segundos…Cierro. No se que hora es, pero el sol ya brilla fuerte. Abro para comprobar que es el hermoso día que había pensado. Estoy muy tranquila y dormí bien. Siento mi cuerpo lleno de energía. Cierro. Por unos minutos mas me quedo en la cama, soy conciente de mi felicidad. La disfruto. Pienso en el día que me espera y sonrío.
Ya es hora de levantarse.

Lento pero seguro bajo las escaleras. Todavía están todos durmiendo, algunos en los cuartos, otros en el entrepiso y los mas trasnochadores en los sillones cubriendo su cara de la luz del día para dormir un poco mas. Camino unos pasos hasta la cocina y pongo agua en la caldera para preparar un café. Mientras espero salgo a la galería y me siento a mirar el paisaje, que no deja de sorprenderme ni por un segundo. No puedo quedarme sentada por mucho tiempo, tengo ganas de comerme el mundo. Subo la pequeña duna que me separa de la playa y miro el arroyo. Hoy esta muy tranquilo, puedo cruzarlo caminando sin ningún problema. Mi café. Ya debe estar pronto. Entro.

Ya deben ser las 9. Todavía duermen. Termino mi último trago de café y salgo.
“Buen día” me dice el botero desde su pequeña choza de madera. “Buen día vecino”.
El agua esta fría y transparente. Se siente bien. Miro las rocas de la ensenada. Creo que voy hasta allá, o no, capaz que sigo caminando para siempre. Ya veré.
La playa esta vacía salvo por algunas pocas personas que saben que en Valizas las mejores horas de playa son en la mañana.

Camino. Doy un paso, otro, otro, otro, otro. Quiero gritar, quiero reírme, quiero correr, quiero sentarme y llorar, quiero seguir caminado, quiero nadar. Nadar. El agua e invita y no lo pienso dos veces. Camino hacia el mar y en la primera ola me tiro. Ese gustito a sal debe ser parecido al gusto de la libertad, de la felicidad. Tengo todo el día, nada me apura. Soy muy feliz. Mucho. No quiero que esto termine nuca. Voy a acostarme al sol a dejar que mi mente vuele mientras pueda.

etapa 1

SOOL
Todavia estoy bajo los efectos de las vacacione, y la verdad que lo unico quepuedo decir es que no se si me hicieron bien o muy mal... es raro... por ejemplo, puedo asegurar que ahora estoy mas estresada que antes de irme, si, tengo e estres que tenia antes mas unas enormes ganas de volver. Tambien siento algo asi como claustrofibia. Intento combatirla saliendo a caminar, pero es inutil, me siento peor ya que las rutas de mis paseos estan dirigidas por estupidas calles y siempre termino en los mismos lugares generandome esto una claustrofobia de 2º grado como la llamo yo. Este padecimiento es aun peor que el primero porque solo se cura con viajes de larga distancia...digamos que por lo menos habría que pasar maldonado. Lo cual no es muy facil si mi inconciente aun no me permite sacar la libreta de conducir y mi pelotudez es tan grande que carezco de empleo. Pero en fin, me desvie un pocode mi rumbo. Estaba hablando del estress...o de que hablaba? no importa, estoy muy estresada como para seguir escribiendo.

29 enero 2005

viva la maldita ciudad

SOOL
Estoy sentada en la arena, corre una brisa fresca tipica de las tardecitas de enero y alla a lo lejos ecucho el sonido del mar. Estoy pensando en cosas, si cosas, asi llamamos a lo que no sabemos que es....porque probablemente no estubiera pensando en absolutamente nada... bien! Eso me encanta. De mi bolso saco un cigarrilo y lo prendo. Capasque ahora si estoy pensando en algo... no lo se, de lo unico que tengo certeza es de la paz que me invade.
Miro el cielo y me extraña que aun no se vean estrellas. Busco en donde se que estan mis constelaciones preferidas pero no encuentro nada... Mientras espero que la naturaleza vuelva a la normalidad decido recostarme en la arena aun tibia por el recien desaparecido sol. De pronto las cosas dejan de ser perfectas... siento un pequeño pinchazo en mi brazo. Lentamente y con la tranquilidad que caracterizaba a este momento me incorporo para ver que es lo que perturba mi comodidad. "Mierda!" Grito mientras observo mi pobre codo. Un jeringa oxidada y del tamaño de un camion estaba atravezando mi piel. Volvi a gritar, pero esta vez tampoco fui escuchada, ni siquiera por los 70 planchas que bajaban a la playa, ya que el ruido de los autos era muy fuerte. Por un momento una ola de olor a revenido me hizo olvidar el dolor, pero no por mucho tiempo, ya que un estupido niño que jugaba al futbol en las cercanias pateo su tambien estupida pelota sobre mi herida.
Si definitivamente ya estaba en Montevideo.
Ouch! Me cago una maldita paloma!